miércoles, diciembre 14, 2005
Nació con huesos de diamante.
Pactó con él llegar al Mundo con tal maravilla.
En el camino hacia el encuentro con Vida, decidió prescindir de eso.
No importaba, así ya podia serlo.
Nada le dentendría.
Sería el Redentor de todo aquél que se sometiera bajo su existencia.
Una existencia que corrompe a la naturaleza.
Una existencia que enriquecería al Mesías de la Civilización Humana.
Guerra.
Muerte.
Odio.
Miedo.
La comadrona expiró con esfuerzo al levantar al bebé.
Pesaba como la pena.
Como la tristeza.
Como el recuerdo.
De ahí su nombre.
Días.
Semanas.
Meses.
Años.
De aspecto grotesco, con una mirada desalentadora, ese quien iba a ser la plaga mas mortal forjó su espada con los huesos del amor de sus padres.
Huesos fuertes y expertos de un padre.
Huesos finos y cariñosos de una madre.
Jamás los sintió como una familia. Él no eligió vivir con ellos.Pero llevaban su misma sangre. Sangre que tiñió su arma.
Sangre que iba a penetrar en sus enemigos y los corrompería hasta la muerte.
Un muerto.
Dos muertos.
Mil muertos.
El Capataz del Final.
El Pueblo es el ente bautismal de las leyendas.
Pero esta leyenda jamás moriría.
El acero se dobla ante el choque contra sus huesos.
El fuego quema la piel, pero el interior perdura.
Días.
Semanas.
Meses.
Años.
Los jirones de carne perdidos en batalla dibujaban la imagen del infierno.
El Capataz del Final conservaba parte del elemento mortal.
Pero el interior jamás moriría.
Conservaba media faz.
El torso yacía desgarrado.
Lo mejor de haber vivido hechos tan increibles como el impacto de una enorme roca es conservar las señales. Nadie puede, pero el caminaba con las venas haciendo de péndulo. Un reloj del sufrimiento ajeno.
Dias.
Semanas.
Meses.
Años.
No entendia varias cosas despues del primer beso que le dio.
No comprendía ese sentimiento que le hacia sonreir al verla.
Se preguntaba porque ella se acercó a conocerle.
A abrazarle.
A hablarle.
A hacer el amor con él.
Por primera vez en su vida, no deseaba matar a una persona.
El perdon del que no tiene piedad es el Bien Absoluto.
Los dias pasaban.
Y ella seguia despertandose a su lado
Las semanas pasaban.
Y ella seguía susurrandole cosas bonitas en el oido.
Los meses pasaban.
Y el pequeño bebé no accedió a existir.
Muerte. No vida.
Dolor, el guerrero de huesos de diamante y cuerpo mutilado sentía dolor.
Conoció a la Muerte.
El miedo.
La impotencia.
Se sintió mucho más débil que la Madre Vida.
El es implacable ante ella, pero no sus primeros sentimientos.
Su hijo que ni ha llegado a nacer.
Su amada.
Sus sentimientos.
Los años cobraban sentido.
El tiempo renacía en el como una maldición.
Como lo que és.
El camino a la Muerte.
No.
Jamás lo permitiría.
Miraba durante largo rato los ojos de su amada.
Años.
La casa de todos se tornó el cementerio.
El Capataz del Final acababa su labor.
Sus huesos brillaban.
Su enamorada se apagaba.
No podía más.
El Dolor seguía ahí.
Mataba a un campesino, el dolor miraba.
Degollaba un soldado, el dolor se regocijaba.
Empalaba un cura, y el dolor anunciaba su inmortalidad.
Ella moriría.
El perduraría.
Sería Dios.
Una tarde, ellos descansaban.
El se reincorporó y miró a su bella dama.
La acarició.
Y al lado el dolor la besaba.
Darle su don.
Ella sería la Diosa.
La emperatriz de la existencia.
No le costó mucho arrancarse el esternón. El podía, sin saber como, arrancarse sus valiosos e irrompibles huesos.
Mordisqueó los ultimos jirones de carne que se conservaban en el hueso.
Observó a la mujer y sintió que ahí empezaba a existir.
Que la Vida es dar vida.
No hizo falta mucha fuerza para atravesarle la cabeza a su amada con el hueso.
Ya esta, esta es la primera pieza de su nuevo poder.
Iba a ser inmortal.
El moría.
Cuando se dió cuenta, se hallaba volando con ella.
Todo era mejor. El viaje iba a ser eterno, y ellos siempre estarían juntos.
Nació con huesos de diamante.
Y le llamaron Alma.
Persiguiendo a Amy, de Kevin Smith(1997): Cuando no entiendas porqué el amor es tan complicado pero a la vez tan motivante.
Uno de los nuestros, de Martin Scorsese(1990): Cuando te preguntes porqué la ley siembra tantos delincuentes.
La chaqueta metalica, de Stanley Kubrick(1987): Cuando desesperes pensando como personas nada especiales participan en guerras desgarrando a la historia.
Old Boy, de Park Chan Wook(2003): Cuando te preguntes si esa sensación que sientes es en realidad odio.
Million Dollar Baby, de Clint Eastwood(2004): Cuando temas que una desgracia puede romper tus sueños ya logrados.
Ciudad de Dios, de Fernando Mereilles (2002): Cuando quieras brindar reafirmando que, por suerte y por desgracia, hay mucha más gente más desgraciada que tú.
El club de la Lucha, de David Fincher (1999): Cuando estés tan cabreado con el mundo y te quieras sentir como un pequeño heroe por crecer.
Pulp Fiction, de Quentin Tarantino (1994): Cuando te preguntes si existen límites.
Una noche en la opera, de Sam Wood y los hermanos Marx (1935): Cuando desees olvidar todo por hora y media.
2001, una Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick (1968): Cuando mires al suelo, al vacio, a esa persona, cuando huelas, cuando toques...
El Padrino, de Francis Ford Coppola (1972): Cuando quieras conocer a gente que no vas a conocer jamás.
Lost in Traslation, de Sofia Coppola(2003): Cuando quieras ver de verdad que el amor no tiene medida, normas, final, principio...
El Señor de los Anillos, el retorno del rey, de Peter Jackson (2003): Cuando la épica resuene en tu corazón.
Buscando a Nemo, de Andrew Stanton -Pixar- (2003): Cuando quieras ver de manera resumida en dos horas y en lenguaje sencillo las facultades del comportamiento humano.
Seven, de David Fincher(1995): Cuando dudes de la psicosis, cuando desees observar como se encarna la Parca en 70 kilos de carne.
Barton Fink, de Joel Coen(1991): Cuando veas en la imaginación una gran aliada.
La lista de Schindler, de Steven Spielberg (1993): Cuando desees desesperadamente justificar que, en definitiva, no eres tan malvado.
American History X, de Tony Kaye (1998): Cuando creas que arrepentirse muchas veces llega tarde.
American Beauty, de Sam Mendes (1999): Cuando te preguntes si de verdad la locura está al alcance de todos, o viceversa.
Sospechosos habituales, de Brian Singer (1995): Cuando quieras poner a prueba tu capacidad de desconfianza.
El Rey León, de Rob Minkoff -Disney- (1994): Cuando quieras vivir en un conjunto el lado oscuro de la vida.
Akira, de Katshugiro Otomo (1988): Cuando sientas que la ciencia y la guerra son dioses engendrados por el hombre.
El Silencio de los Corderos, de Jonathan Demme (1991): Cuando la faceta más macabra del ser humano te llame.
La Bella y la Bestia, de Gary Trousdale -disney- (1991): Cuando te preguntes si el físico lo és todo.
Salvar al Soldado Ryan, de Steven Spielberg (1998): Cuando quieras vivir de cerca en el infierno.
El Pianista, de Roman Polanski (2002): Cuando quieras sobrevivir en el infierno.
Snatch, cerdos y diamantes, de Guy Ritchie (2000): Cuando te rías de la vida.
L.A. Confidential, de Curtis Hanson (1997): Cuando sientas que el pasado es una canción triste.
Forrest Gump, de Robert Zemeckis (1994): Cuando dudes de nuestro poder como seres vivos.
Eduardo Manostijeras, de Tim Burton (1990): Cuando confíes en que la belleza esta en lo que vivimos y no tanto en lo que vemos.
Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino (1992): Cuando quieras limar distancias entre tú y el gangster.
La guerra de las Galaxias, de George Lucas (1979): Cuando desees comprobar que el marco físico es solo un objeto ante la naturaleza humana.
Los caballeros de la mesa cuadrada, de los Monthy Python (1974): Cuando desees establecer entre tú y la pantalla un universo uníco de farsa y risa.
La naranja mecánica, de Stanley Kubrick (1971): Cuando sientas piedad por todo el mundo.
El gran Dictador, de Charles Chaplin (1940): Cuando confíes en que la historia tambien sirve para reirnos de nosotros mismos.
Mallrats, de Kevin Smith (1996): Cuando te preguntes si de verdad la vida es tan distinta tanto aquí como a miles de kilometros, carcajadas entre ellos.
Trainspotting, de Danny Boyle (1996): Cuando sientas lástima por como nos autodestruimos.
Romeo y Julieta, de Baz Luhrmann (1996): Cuando desees conjugar belleza visual y literaria en estado puro.
Indiana Jones en Busca del Arca perdida, de Steven Spielberg (1980): Cuando te sientas aventurero.
Terminator II, de James Cameron (1991): Cuando tengas dos horas y las quieras invertir en acción cinematográfica.
Clerks, de Kevin Smith (1994): Cuando desees comprimir la vida media de un adolescente.
He aqui una muestra e las peliculas mas importantes de mi vida. A riesgo de haber obviado miles, plasmo aquí mi promesa de publicar las restantes.
Hasta pronto.
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