jueves, noviembre 17, 2005


No mires hacia otro lado.
Mírame a los ojos.
Los unicos que te quedan.
Los únicos que aun desean observarte.
Hablarte.
Cuando alguien se para a comunicarse con otro alguien
es el propio interior el que decide que se quiere de esas palabras.
Vivimos bajo esa ilógica, pero ésta se diluye bajo la auténtica amistad.
Decimos que odiamos
y se puede creer que en realidad amamos.
Decimos que queremos,
y nuestra alma no perdona los errores del ser que las recibe.
Pero bien sabemos quien nos habla con el corazón,
tan cerca de nosotros que sabemos que nuestro interior las entiende.
Por eso hoy,
en este momento,
aqui,
en tu vida,
voy a hablar contigo.
Si te ayudo,
será conclusión de tu corazón.
Si te hago daño,
será conclusión de tu corazón.
Corazón.
Corazón.
Solo voy a nombrar lo que tu interior niega que quiere escuhar,
pero que necesita hacerlo.
El ával del mundo que nos rodea,
buscas eso ante todo,
no eres capaz ni siquiera de llamar a tu puerta.
Te acercas a ella,
escuchas que dentro hay vida,
que existe un mundo,
pero a falta de un metro das media vuelta y huyes.
Ves en tu vida el amor,
pero corres hacia fuera para convencerte de que has sentido eso en tu interior.
¿Quieres que te diga que amar es bello?
Lo es.
Ahora debería ser yo el que amase por tí.
Tienes un mundo dentro.
Pero lo destruyes bajo el peso de la eternidad del universo.
No llores.
Llorar te hace pesar que estas palabras te hacen daño.
No lo ves?
Solo hablo.
Soy carne.
Mira como escupo,
mira la mierda que sale de mí.
Solo te puedo ofrecer mi vida.
No voy a valorar tus pensamientos.
Valoralos tu.
¿Ahora crees que te abandono no?
Das pena.
Ni yo ni quien sabes va a dejarte.
No me baso en promesas,
me baso en que estamos en tu vida,
en el mismo nivel,
en la misma órbita.
Planetas iguales,
mismo oxigeno,
mismo organismo.
Deja de mirar la pistola.
Mirame a mí.
Las ideas que te puedo aportar son solo las derivadas del dialogo.
Y aun así no tienen el valor suficiente.
Sí, te estoy apuntando,
pero te digo ahora mismo que te quiero.
¿Con que te quedas?
Perdona, se me olvidaba que necesitas que te lo diga.
Te quema, ardes bajo tu tortura.
Ahora te pesa más el hecho de que estemos aquí, con la muerte en este arma que enfundo sobre tu boca.
Te pesa más que el que te diga que te quiero.
Soy lo único que tienes.
Puedo matarte.
Sí.
Pero lo triste es que tu alma se iría con la pena eterna de porqué lo he hecho.
En lugar de reafirmar que soy un jodido psicopata.
No, te conozco perfectamente.
Buscarías en el cielo la respuesta.
O en el infierno.
¿Que le hice para que me matara?
¡¿Es que no puedo ser un hijo de puta?!
No, tienes que serlo tú, ¿verdad?
Dudas de lo que ofreces.
Cometes la injusticia de no ponerte al nivel del mundo.
No, te consideras un apéndice de nuestra existencia.
Sabes en quien confiar.
En quien puede hablarte y saber que esta diciendo exactamente eso.
La conoces,
los conoces.
Pues deja de ser injusto,
un verdugo de tus sentimientos.
Vive,
vive con ellos,
pero vive sabiendo,
porque ningun malnacido puede negar,
ni el inexistente Dios de los cristianos,
que tienes interior,
que tienes valor,
que aportas cosas a tus personas.
Y si estan a tu lado,
es porque como mínimo son buenas.
Volvemos al principio,
mis palabras pueden querer decirte una cosa,
yo sigo con ellas y su significado en mi interior,
pero el tuyo es quien las valorará y entenderá como quiera.
Sé que no te he permitido dialogar,
el cañón de este arma se te debe estar atragantando,
pero me has hablado con la mirada.
Y porque estas hundido,
y hundido se habla con todo menos con las palabras inundadas del dolor.
Porque aunque sean ciertas,
en tí sólo hacen que destruirte,
porque lo único que dirías serían palabras que buscarán
mi aprobación,
o decir cosas tan evidentes
como que me quieres.
Bien idiota,
¿Disparo o no?
Tu sabes qué quiero decir.